lunes, 3 de diciembre de 2007

Los Dioses Griegos




LOS DIOSES GRIEGOS:



Acercarse a la religiosidad griega es un fenómeno complejo ya que ésta no puede desligarse del resto de las manifestaciones culturales y usos sociales que regulan la vida de los ciudadanos de las polis.

Cualquier actividad humana estaba impregnada de sentido religioso, y a éstos se debía respeto y veneración si quería uno salir airoso de cualquier empresa, por muy cotidiana que ésta fuera. Lo divino es lo que garantiza el orden y la continuidad de los fenómenos tanto a nivel cosmológico ( el ciclo de las estaciones y de las cosechas) como social (la regularidad generacional o el orden político y social).

Esta íntima unión es posible porque los dioses no trascienden la esfera de lo humano: son los mantenedores constantes del orden del mundo e intervienen directamente en éste cuando hace falta o se les pide, aunque no siempre su acción sea benévola.

Su actividad permanente se ve constatada por la construcción de templos, verdaderos territorios de lo sacro, lugar donde los dioses ejercen su poder y se comunican con los hombres, pero también espacio social que integra a la divinidad en el corazón de la vida pública, y del bienestar social.

Los dioses deben prestar sus servicios a la comunidad como si de un miembro más de ésta se tratara, asegurando protección, seguridad y orden a la polis que lo acoge.

El politeísmo griego de los dioses olímpicos estaba absolutamente antropomorfizado, poniendo de manifiesto la estrecha unión de ambos ámbitos.
Lo sacro invadía toda la esfera humana y el hombre debía asegurarse sus buenas relaciones con la divinidad por medio de ofrendas, ritos propiciatorios, donaciones y libaciones.

Muchos de estos actos eran acontecimientos de gran importancia para la comunidad, que financiaba y celebraba fiestas anuales en honor a los dioses: Los juegos olímpicos, las Panateneas,etc.

Prescindir o abstenerse de cumplir con los dioses de la comunidad no sólo suponía un acto de impiedad contra la divinidad, que podría ser castigado por ésta, sino, lo que es peor, suponía que uno dejaba de ser ciudadano, que uno rompía con los lazos de tradición que mantenía la unidad de la pólis encargada de hacernos hombres libres.

Todo esto coexistió con creencias y sectas religiosas no consagradas a la comunidad, sino al hombre, a cada hombre.

Las religiones mistéricas, el culto a dionisos, el orfismo y El pitaorismo coexistieron con la religión olímpica y eran compatibles con ella porque regulaba aquella esfera que quedaba fuera del control y del interés de la religión de la polis : la salvación individual, la inmortalidad del alma de cada ser particular.
Esto fue posible porque la religión "oficial" no tenía ni libro sagrado, ni dogmas o conjunto de verdades reveladas, ni un sistema o institución que se dedicase a la administración de los dogmas de fe.

En Grecia no había una casta sacerdotal profesional.

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